Análisis sociológico de los alumnos del Aula de la experiencia

Bases para un análisis de las características especiales de los alumnos del Aula de la Experiencia de la UPNA y que condicionan las relaciones de éstos con sus actuales profesores

 

 

1.- Situación en el tiempo de los alumnos.

Parto de una primera tesis: la principal motivación para apuntarnos a este curso en la UPNA, una vez llegados a la edad de jubilación/prejubilación (en torno a los 60-65 años y con 40 años de vida laboral activa), ha sido la de “retomar o inclusive iniciar unos estudios universitarios a los que no accedimos en la época propiamente destinada para ello; los 18-20 años”.

Establezco esta primera tesis, primero valorando mi propia experiencia y una vez examinado que mi caso no es especialmente extraño entre los alumnos que conozco, de este curso o de otros.

Podríamos decir que, los hoy alumnos del Aula, fuimos unos jóvenes de unas características muy diferentes a las de los jóvenes de hoy y también de generaciones posteriores a las nuestra. Estamos estableciendo una horquilla que comprendería las décadas de los 60 y 70 y que, unas de las causas más importantes para no ir a la Universidad, las estableceríamos en

                Razones económicas

                Motivaciones sociales y culturales

                Dificultad ideológica (en Navarra) para acceder a la Universidad creada en Pamplona

 

Es por lo que creo que deberíamos analizar las situaciones que se daban en Pamplona y Navarra en esas fechas (años 60, 70 e incluso 80), en las que los actuales alumnos tendrían sobre los 18 y 20 años (la mili era obligatoria a los 21 años y marcaba la estabilidad laboral y social). A estas edades (18 y 20 años) los jóvenes de aquella época se consideraba que ya habían llegado al momento de tomar decisiones vitales: carrera profesional, matrimonio, independencia familiar, característica muy diferenciadora de lo que ocurre actualmente y lo que sucedió en generaciones posteriores (no muy alejadas de la década de los 80).

 

2.- Aspectos a analizar referidos a las década de los 60 y 70:

2.1 Aspectos sociopolíticos y económicos

2.1.1  Organización de la población en la ciudad

La principal característica que se dio en Pamplona fue el de la inmigración, tanto proveniente de la misma provincia (salida de los pueblos hacia la ciudad) como de otras provincias  (Andalucía y Extremadura fundamentalmente). Esto dio lugar, de inmediato, la aparición en Pamplona de dos zonas claramente diferenciadas; el área de los naturales de Pamplona (con diferenciación entre los que habitaban la parte vieja de la ciudad y los que residían en las zonas del ensanche que luego dieron lugar a los PTV, “de Pamplona de toda la vida”) y los barrios que se generaron en torno a las áreas descritas antes; la Chantrea, colonizada por los llegados de pueblos (trabajadores de los campos de la cuenca, zona media y ribera de Navarra) y el barrio de La Milagrosa, ocupado por gentes más desfavorecidas de la propia provincia y los provenientes de regiones del sur y del Oeste. Aunque esta situación no es “estadística pura”, sí me sirve al menos para enmarcar los acontecimientos sociales (políticos todavía no podía designarse) que ocurrieron y su repercusión específica en las áreas descritas muy marcadas por su situación económica, primero de subsistencia y luego de estabilidad e inicio de mejoras de las que ya otras gentes ya hacían ostentación por el solo hecho de tener su origen y asentamiento en Pamplona.

Con frecuencia, las diferencias del lugar de asentamiento (Centro/Barrios) se plasmaba en diferentes aficiones deportivas (Chantrea/Oberena/Tenis), actividades religiosas (Jesuitas/ El Salvador), culturales/relacionales (Carlos III/ Parte Vieja), etc.

Tanto las diferencias en los orígenes como las diferencias en las prácticas culturales conformaban diferencias ideológicas y, en aquellas fechas, diferentes posicionamientos frente al hecho político del momento (dictadura estatal, organismos públicos locales y provinciales).

Además, el hecho diferenciador de clase quedaba muy patente en la diferente distribución de las ocupaciones laborales; pequeños empresarios y comerciantes, empleados de entidades de crédito (La Vasconia, El Crédito Navarro), funcionarios públicos (Diputación y Ayuntamiento) y profesionales liberales (Notarios, Médicos) lo constituían los pobladores de las zonas estables de Pamplona, mientras que trabajadores en talleres (Talleres Iruña), fábricas incipientes (Orbaiceta, Imenasa, Authi) y sobre todo en la minería (Potasas de Navarra) y la construcción (Huarte, Erro) eran las ocupaciones de los habitantes de los barrios de inmigración y descendientes. Es cierto, no obstante, que en los 75 y 80 se produce una ósmosis entre la población y sus ocupaciones con la aparición de nuevos barrios (San Juan, Ermitagaña, San Jorge).

2.1.2 Mayo del 68

Este movimiento europeo, fundamentalmente estudiantil (los obreros de París salieron en defensa del Estado) no tuvo relevancia en Pamplona . Primero porque en España tuvo escasa repercusión y sobre todo porque la Universidad, recién consolidada en Pamplona estaba muy supeditada a una ideología (el Opus Dei) en la que se primaba “el esfuerzo personal para el desarrollo espiritual de la persona”. Hubo algún movimiento entre los estudiantes encabezados, a título casi personal por un tal Escalada (falleció sin terminar la carrera) que no cuajó ni contactó con la clase obrera que empezaba a organizarse en “Comisiones Obreras” de fábrica (Enero del 66 documento fundacional en Navarra). Dentro de la Universidad de Navarra se gestó por esas fechas un miembro de ETA que intentó unirse al movimiento obrero con la participación en el secuestro de un miembro de la familia Huarte para presionar en la resolución de una huelga, en el año 1973, Torfinasa, y cuya intervención fue rechazado por Comisiones obreras. Es decir, en Pamplona apenas hubo conexión entre el escaso movimiento estudiantil y el movimiento obrero. Solamente en Diciembre de 1970, con motivo del proceso de Burgos hubo una confluencia en acciones de lucha.

2.1.3 Ambiente de huelgas

Con la implantación de fábricas de cierta envergadura en la ciudad (polígonos de Landaben y otros) y el asentamiento de los mismos trabajadores en sus puestos de trabajo, que, al menos, eran remunerados regularmente, se iniciaron los primeros movimientos reivindicativos. Hay que reconocer que, ya en estas fechas, se habían ido conformando organizaciones clandestinas y que llevaban su actividad a través de las comisiones obreras que se creaban en cada fábrica; al amparo de la propia Diócesis y de las órdenes religiosas (los jesuitas se implantaron en Potasas y la ETI de Tudela) aparecieron organizaciones apostólicas como la VOJ, la JOC y la HOAC. En estos centros se formaron y de ellos salieron los primeros dirigentes obreros (Ibarrola, San Martín, Muñoz, Sola, Goñi, Aristu, Iturbe, Aos y otros muchos) actuando directamente en las fábricas o apoderándose del Sindicato Vertical y simultáneamente personas que, interviniendo en los estamentos de la dictadura, accedieron a conformar los Ayuntamientos pre-democráticos (Muez, Velasco, Erice, Caballero).

En las reivindicaciones laborales más primarias (convenios, jornada de trabajo), siempre había un trasfondo político contra la dictadura; el PCE (Cortázar) actuaba a través de organizaciones “semilegales”. Las huelgas en Frenos Iruña, Imenasa, Potasas, Super Ser, Eaton, Authi, Chalmeta, etc., incluso las de fuera de la provincia (Echávarri en Vizcaya) generaban de inmediato respuestas solidarias de toda la clase trabajadora hasta la huelga general de 1973 y llevaban a sus participantes a perder sus puesto de trabajo e incluso eran castigados con cárcel (algún alumno actual pasó por esta situación), fueron formando a aquellos jóvenes (hoy en el Aula de la Experiencia) en unos principios y sobre todo en una ética o comportamiento diferenciador de otra población de Pamplona más ocupada en mantener su “status” de PTV y de seguir dominando en las áreas de influencia de la ciudad (la Universidad del Opus, la Presidencia de la Diputación, los medios de comunicación del Diario de Navarra, el Arzobispado y los colegios religiosos de docencia).

En aquellas fechas, durante las fiestas de San Fermín (único espacio de reivindicación sin riesgo de represalia) se cantaba un estribillo que resume lo anterior:

Tres cosas hay en Pamplona

 Que no las quiere ni Dios

 El Alcalde, el Arzobispo

Y el Señor Gobernador

 

En resumen, aquellos jóvenes, hoy alumnos del Aula de la Experiencia, vivieron un ambiente socio-laboral especial e incorporaron en sus vidas unos principios de solidaridad y compromiso con lo público que marcaría el resto de su vida laboral y que hoy, jubilados, todavía mantienen latente, muy sensibles a cualquier ataque desde posiciones que ya conocen desde que tenían veinte años.

2.2  Aspectos religiosos

2.2.1 Formación eclesial recibida

Una gran parte (50% como mínimo) de la generación de jóvenes de los años 60 y 70 habían tenido una formación en centros religiosos (Seminario diocesano, Órdenes religiosas) en régimen de internado donde obtenían una muy buena formación humanística y, cómo no, religiosa. Muchos de ellos, incluso, llegaron a cursar estudios de filosofía y de teología lo que hacía que su nivel de conocimientos y de capacidad de actuar en una sociedad provinciana como la de Pamplona fuera considerable.

Se daba la circunstancia que, cuando se abandonaban los estudios (abandonar los hábitos, se decía), la mayoría se encontraba en un entorno familiar descrito en el punto 2.1.1, con muy pocas expectativas de continuar y completar su formación a nivel universitario (factores económicos, sociales) y sin embargo tenían grandes facilidades para acceder a puestos administrativos (funcionariado, bancarios, organizativos de Empresas) por lo que, por esta vía, se inició el cambio de ocupaciones que normalmente desempeñaban las personas de su entorno emigrante (padres, hermanos).

Por otro lado, la propia Diócesis navarra (algunos dirigentes como Lezáun o Larrainzar), abrió el camino a la formación de sus seminaristas para poder integrarse en el trabajo de fábricas como “curas obreros” (Jabat, San Martín, Acha, Mina, etc.). Tanto los que salieron de los centros religiosos como estos curas obreros, constituyeron una base para liderar los movimientos cristianos de barrio y la formación de las “comisiones obreras” que iniciaban su acción al final de los 60.

2.2.2 Ambiente religioso imperante

En toda la provincia de Navarra y muy especialmente en Pamplona existía una implantación tradicional de la doctrina cristiana, a nivel de fe y a nivel de prácticas religiosas.

No obstante, es en estos años cuando, por el propio movimiento migratorio y de diferenciación de las áreas en Pamplona, se abrió una brecha entre las tendencias religiosas “oficialistas” y la nueva visión de la “doctrina de la liberación” practicada por “comunidades de base” en barrios periféricos.

La religiosidad “oficialista” se dotó de contenido ideológico a través del Opus Dei (Monseñor Escrivá de Balaguer viajaba frecuentemente a Pamplona y montaba sus “mítines” en la explanada de la nueva Universidad), además de entrar a influir en las Instituciones oficiales para sus intereses de expansión (campus, nuevas facultades, clínica), intentaron hacerse con el control del Obispado, cosa que no lo consiguieron gracias a la presencia de Obispos como Cirarda o del rector del Seminario D. Jesús Lezáun (recientemente fallecido). Este segundo objetivo no lo conseguirían totalmente hasta bien entrado el año 2000 a través del Arzobispo Sebastián.

Destacar, también, que en los años 60 y 70 imperaban las prácticas religiosas más tradicionales apoyadas por las Instituciones oficiales todavía franquistas (javieradas, procesiones, ejercicios espirituales, retiros, etc.). Estas prácticas que fueron seguidas en un principio por la inmigración de los pueblos de Navarra que traían sus tradiciones de sus pueblos, resultaba asfixiante para la nueva y joven población obrera y “exseminarista”.

La religiosidad “oficialista” cada vez más presente en las Instituciones más franquistas (paleos, representaciones eclesiásticas oficiales, etc.) acabó por desfondar a los movimientos de base y a quienes intentaban seguirlos les desanimó en su empeño máxime cuando las tareas sociales y políticas eran más urgentes. Se vaciaron los seminarios e incluso las asociaciones obreras apostólicas dependientes del Obispado quedando la religiosidad tan solo en el reducto personal de quienes seguían buscando caminos de espiritualidad diferentes a los oficiales.

2.3 Moralidad y Ética.

2.3.1 Moralidad imperante y su influencia en los jóvenes de los 60 y 70

En estos años solo existía la moral del “nacional-catolicismo” en todos sus términos: familia tradicional y sexualidad contenida. La sexualidad estaba restringida al matrimonio y el matrimonio se sustentaba en una sexualidad reproductiva. Además, la familia constituía el primer peldaño soporte de toda la organización social y política (familia, sindicato, nación hacia un destino en lo universal).

En Pamplona, estos principios morales estaban fuertemente atados por una formación religiosa férrea (cursillos de cristiandad, misiones populares) y por la presencia constante de la Jerarquía eclesiástica en las instituciones políticas.

Es por lo que los jóvenes de esos años, principalmente y paradójicamente los de la clase obrera y enmarcados en organizaciones del movimiento obrero, quienes más esfuerzo tuvieron que hacer para superar la opresión que les suponía esta situación, por otro lado, fuertemente implantada en la clase “pudiente” de Pamplona. Los años jóvenes transcurrieron entre fuertes contradicciones y sexualidades frustradas, renegando de las formas tradicionales del matrimonio pero al mismo tiempo aceptándolo como salida a las ansias de liberación de esas mismas formas de familia en que se encontraban.

No fue fácil romper estas costumbres morales en una ciudad que cerraba los bares por Semana Santa y en la que los bailes estaban vigilados e inspeccionados por los llamados “consiliarios” (Oberena-Labrit) que eran curas “majos” que conectaban con la juventud.

Estos jóvenes, los mayores que ahora estamos en el Aula, que ya se habían incorporado a un mundo obrero, comenzamos por lo más sencillo; abandonar las prácticas religiosas (misa, sabatina y por supuesto confesión), montar ceremonias matrimoniales muy próximas a las denominadas hoy laicas, dejar inmediatamente el concepto de sexualidad/procreación y aprovechar cualquier acontecimiento para expresar nuestro rechazo a comportamientos morales tradicionales (sanfermines anárquicos, huida de la ciudad de los actos de semana santa), adopción de nuevas formas de relaciones (guateques) diferentes a las tradicionales de Pamplona del paseo de Carlos III o de Valencia.

Se tuvieron que superar normas morales de aceptación de lo jerárquico (guardias), de las instituciones políticas y religiosas (curas y militares), estableciéndose nuevos ideales de personas a seguir (sindicalistas, ideólogos, luchadores).

En resumen, en aquellos años, a las dificultades de enfrentarnos a nuevos entornos industriales y a la necesidad de acabar “con idealismo” con el régimen político existente, hubo que añadir el esfuerzo por superar una moralidad basada en el poder y en la religión. Y en este esfuerzo se nos fue la juventud.

2.3.2 Ética y principios adoptados en esos años

De estas luchas y estos esfuerzos nacieron unos principios o una ética muy concretos. Me estoy refiriendo a aquellos jóvenes obreros: La solidaridad y el compromiso. Inicialmente se hablaba de “solidaridad obrera” pero que fue transformándose en solidaridad con los más desfavorecidos socialmente a otros niveles (barrios)

Compromiso fue otro de los valores éticos de aquellos tiempos. Compromiso personal, laboral y político. Todos estábamos en algo, exponiendo incluso los puestos de trabajo (asociaciones de vecinos, nuevo sindicalismo, formación de nuevos Ayuntamientos pre-democráticos, comités de apoyo, etc.) y este valor también ha sobrevivido hasta nuestros tiempos .

2.4 Alguna reflexión sobre el “tema vasco”

No puedo acabar mis reflexiones/análisis sin hacer una mención al “tema vasco”. En aquellos años el movimiento existente respecto a lo que se denomina “problema vasco” estaba, casi exclusivamente, en la organización ETA (antes de transformarse la V Asamblea). Había organizados algunos grupos y como más visibles el Eusko bazterra/Egi.

Sin embargo, lo más destacable en estas fechas era la gran diferencia que se establecía entre la opción socialista y la opción nacionalista. Había que optar entre una posición o la otra y en Pamplona, con el panorama obrerista descrito más arriba, prevalecía la actividad que llevaban las opciones del socialismo en distintas líneas (maoísta, troskista, etc)

Poco a poco se fueron acercando ambas posiciones y surgieron movimientos que, aunque solo fueran en el nombre (LC/LKI, MCE/MK), incorporaban ambas visiones de hacia donde se debía dirigir la lucha.

 Esta situación causó un gran desconcierto en la clase trabajadora y se acentuó cuando los movimientos sindicales pasaron de ser asamblearios a ser tomados por “sindicalistas profesionales” haciendo que los dirigentes puros se acercasen a posiciones “abertzales” más activos y más próximos con la realidad autonómica.

2.5 CONCLUSINES

Las especiales circunstancias que rodearon a los jóvenes de los años 60 y 70 en el ámbito social y público de Pamplona, condicionan las especiales características que se dan en los alumnos actuales del Aula de la Experiencia, entre las que cabe destacar:

·         La acumulación de experiencias y vivencias relacionadas con el hecho social y político que les hace que no permanezcan indiferentes ante temas como religión y política.

·         Las mismas especiales experiencias que les tocó vivir en su juventud hicieron que ahora sean muy sensibles a posturas morales dogmáticas y a determinadas ideologías contra las que tuvieron que enfrentarse, sacrificando incluso su juventud.

·         Los principios de solidaridad y compromiso practicados en su juventud mueven a los jubilados de hoy (alumnos del Aula de la Experiencia) a participar activamente en ONG´s, Movimientos ecologistas y de igualdad, Comités de apoyo a causas (casi siempre perdidas) sin descuidar la participación activa en la vida política a través de partidos y el uso consciente del voto.

·         El contacto con la Universidad a la que no tuvieron opción de acceder de jóvenes, les convierte en entusiastas de esta nueva experiencia.

Terminar apuntando que esta especial confluencia de causa/efecto irá poco a poco diluyéndose en el tiempo, como se diluyeron y transformaron el ambiente de jóvenes en sucesivas décadas, y que habrá que estar atento  a los cambios que se vayan dando en las nuevas motivaciones para acceder al Aula para modificar los contenidos de la misma.

 

 

 

                                                               Pamplona, 12 de Marzo de 2010

 

                                                                                              Jesús Jáuregui

 

 

 

Nota: Los aquí citados son a modo de referencias puntuales y que no agotan los numerosísimos militantes que intervinieron en los movimientos sociales de esa época. Tampoco este trabajo pretende ser un reflejo histórico de lo acontecido, tarea que está desarrollada en otros libros.

 

 

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